He dejado pasar el tiempo prudencial para ver todos los resultados de mis visitas al centro de Felicidad Carrera. Fue en noviembre cuando me sometí a varios tratamientos, limpieza e hidratación, y un despigmentante. Mis queridas pecas desaparecieron en la mejor época, sin sol y con tiempo para ver los resultados.
Lo primero que me sorprendió fue la empatía no sólo de Felicidad, sino de su hija Leticia. Dos profesionales que inspiran y que llevan su filosofía de lujo a un lugar casi mágico en el centro de la ciudad. Felicidades, porque no es nada fácil y mantener esa actitud en todas sus compañeras es un reto. Todo es personalizado desde la llamada de teléfono, el seguimiento al tratamiento, la empatía y delicadez con que escuchan y van más allá…